El pequeño CEO: Lecciones de liderazgo desde la guardería

 El pequeño CEO: Lecciones de liderazgo desde la guardería

Gastamos fortunas en coaches ejecutivos, leemos innumerables libros sobre gestión y asistimos a seminarios para aprender de los titanes de la industria. Pero ¿qué pasaría si el líder más exigente y perspicaz del mundo estuviera ahora mismo, y adorablemente, cubierto de puré de zanahoria? Bienvenido a la sala de juntas de tu casa, donde tu bebé es el director ejecutivo y tú eres todo el equipo de apoyo.

 El pequeño CEO: Lecciones de liderazgo desde la guardería

El visionario inarticulado

Un CEO joven no comunica sus objetivos trimestrales mediante una elegante presentación de PowerPoint. Su estrategia se transmite mediante una serie de balbuceos, llantos y arrullos. Su declaración de misión es simple pero contundente:  Lograr el Máximo Crecimiento y Bienestar.  Cada decisión que toman —o mejor dicho, cada decisión que te obligan a tomar— está al servicio de este resultado final. Son los visionarios por excelencia, incapaces de distraerse con la política de oficina o las reuniones innecesarias. Su enfoque es nítido: comer, dormir, explorar, amar. Es una claridad que la mayoría de las empresas de Fortune 500 envidiarían.

Delegación radical y confianza

El CEO bebé es un maestro de la delegación. No puede alimentarse, vestirse ni transportarse solo. Toda su operación depende de la confianza que deposita en su equipo (usted). Esto le exige ser un juez excepcional de carácter e intenciones. Exige excelencia y proporciona retroalimentación inmediata, a menudo ensordecedora, cuando no se cumplen los estándares. Un biberón retrasado, un pañal mal abrochado, un momento de distracción: estos son fallos operativos que se detectan al instante. No hay lugar para la ambigüedad en sus evaluaciones de desempeño.

Autenticidad sin filtros e inteligencia emocional

Un bebé no oculta sus sentimientos. Cuando está feliz, irradia una alegría tan contagiosa que puede hacer que un adulto haga muecas graciosas en público sin la menor vergüenza. Cuando está triste o incómodo, todo el mundo lo sabe. Esta honestidad emocional radical crea una cultura de respuesta inmediata y profunda empatía. No hay agendas ocultas ni política de oficina; solo necesidad y expresión puras y sin filtros. Al hacerlo, nos entrenan para ser cuidadores más intuitivos, más pacientes y emocionalmente más presentes, y, por extensión, seres humanos.

El departamento de I+D definitivo

Cada día es un proyecto de investigación y desarrollo para un bebé. Su herramienta principal es la imitación, y su laboratorio es el mundo que lo rodea. Constantemente prueban hipótesis:  ¿Qué pasa si dejo caer esta cuchara? ¿Este perro siente lo mismo que esta manta? ¿Qué sonido hace papá cuando le tiro del pelo?  Esta curiosidad incansable y la experimentación intrépida son los motores de su increíble desarrollo. Nos recuerdan que la innovación no nace del miedo al fracaso, sino de un deseo innato de explorar y comprender.

Así que, la próxima vez que te sientas agotado, recibiendo órdenes de un jefe de cuatro kilos que ni siquiera puede mantener la cabeza en alto, recuerda: no estás cambiando un pañal. Estás interactuando con un estratega maestro, una inteligencia emocional pura y el coach de liderazgo más exigente y gratificante que jamás tendrás. La oficina de la esquina no tiene nada que envidiarle.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *